Trastornos de la Conducta Alimentaria en Vigo | Psicóloga Sara Cacheda

20 de octubre de 2025 · Sara Cacheda

Trastornos de la Conducta Alimentaria en Vigo | Psicóloga Sara Cacheda

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia o la bulimia, no tratan solo de comida o de peso. Tratan de control, miedo, culpa y soledad; de haber aprendido que vales más cuando ocupas menos, cuando no pides, cuando no sientes. Tratan de intentar ordenar por fuera lo que por dentro se siente caótico. En mi consulta en Vigo ofrezco terapia para TCA personalizada, ayudando a recuperar tu equilibrio emocional y a entender lo que hay detrás del síntoma.

A veces empieza con algo aparentemente inocente: “voy a cuidarme un poco”, “voy a comer más sano”. Pero poco a poco, el “cuidarme” se convierte en contar, medir, evitar, compensar. La cabeza se llena de reglas: esto sí, esto no, hoy me lo gané, mañana lo arreglo. Y sin darte cuenta, la comida deja de ser placer o energía y pasa a ser una obsesión. Te levantas pensando en lo que vas a comer y te acuestas prometiéndote hacerlo “mejor” mañana.

Los TCA pueden adoptar muchas formas: restricción, atracones, vómitos, ejercicio excesivo, uso de laxantes o simplemente vivir con la sensación constante de culpa al comer. Y aunque por fuera a veces “nadie lo nota”, por dentro el sufrimiento es inmenso.

Cuando la comida se convierte en control

Hay momentos en los que controlar lo que comes se siente como la única manera de controlar algo. Cuando todo se te escapa —una ruptura, un examen, un cambio, una discusión—, la comida parece el único terreno donde aún mandas. Contar calorías da calma. Saltarte comidas se convierte en una victoria.

Pero esa calma dura poco: pronto llega la culpa, el miedo, la ansiedad, y lo que empezó como una elección se convierte en una prisión invisible. No se trata de voluntad ni de estética: se trata de supervivencia. Tu cuerpo intenta decir algo que no encuentra otra forma de expresar.

El espejo que miente

Mirarte en el espejo puede convertirse en un campo de batalla. Hay días que no puedes mirarte sin sentir rechazo; otros, evitas los reflejos en escaparates o fotos con amigos. Mides, comparas, analizas. Y aunque todos te digan “estás bien”, tú no puedes creerlo. No ves tu cuerpo: ves la historia que te contaron sobre él.

Esa distorsión no es vanidad: es el reflejo de una herida en la mirada, una que aprendió a evaluarse en función de la aprobación ajena. El problema nunca fue el cuerpo: fue la exigencia. El espejo no muestra defectos, muestra la falta de ternura con la que te miras.

La culpa después de comer

Hay comidas que se disfrutan y comidas que se sufren. Y luego están esas que terminas con el corazón acelerado, con la sensación de haber hecho “algo imperdonable”. Piensas en compensar, en ayunar, en moverte más. Y, en el fondo, sabes que no tiene sentido, pero el miedo al descontrol es más fuerte.

A veces el ciclo se repite: restricción, atracón, culpa, promesa de cambio, cada vez con más frustración, cada vez más agotada. No estás loca ni débil: estás intentando sobrevivir a una ansiedad que nadie te enseñó a nombrar.

No es solo la comida

Los TCA suelen ser una forma de comunicación. Detrás del control, del atracón o del rechazo al cuerpo hay emociones no expresadas, heridas antiguas, necesidad de pertenecer, de ser vista, de tener valor. Comer o no comer es la manera que encontró tu sistema para decir: “algo me duele”.

Por eso no basta con comer más o menos: hay que escuchar lo que el síntoma intenta contar. A veces, esa historia tiene que ver con sentirse fuera de lugar, con haber crecido bajo exigencia o crítica, con haber aprendido que pedir es peligroso o que mostrar necesidad es debilidad. La buena noticia es que esa historia puede reescribirse.

El cuerpo no es el enemigo

Tu cuerpo no es el problema; es el escenario donde se libró la batalla. Ha sido el blanco del miedo, de la comparación, del castigo. Y, sin embargo, sigue sosteniéndote cada día: respira, late, camina. Recuperar la conexión con él no significa “aceptarte de golpe”, sino reconciliarte con lo que ya está haciendo por ti. Aprender a escucharlo sin miedo, a darle descanso, a alimentarlo con respeto. No desde el “debo”, sino desde el “merece”.

Volver a vivir sin que la comida lo ocupe todo

Hay vida más allá del conteo, de las básculas y de la comparación. Con un acompañamiento psicológico adecuado, es posible superar la ansiedad alimentaria y disfrutar de tus comidas sin miedo ni culpa.

Llega un día en que descubres que puedes habitar tu cuerpo sin miedo, que ya no necesitas castigarlo para sentirte a salvo. Ese día no llega de golpe: se construye. Cada paso que das hacia el autocuidado, hacia la calma, hacia la ternura contigo, cuenta más que cualquier número.

Si te reconoces en algo de esto, no tienes que hacerlo sola/o. En Vigo te acompaño con terapia para TCA para comprender lo que te pasa, a escuchar lo que hay detrás del síntoma y a reconectar con tu cuerpo desde otro lugar: sin miedo y sin culpa.

Un Lugar Seguro

Un espacio donde tu vulnerabilidad no solo es escuchada, sino entendida; donde tus vacíos y tu sufrimiento pueden encontrar un lugar para ser procesados, un lugar donde aprender a abrazar tus emociones.