Maltrato Psicológico y Abuso | Psicóloga Vigo

29 de octubre de 2025 · Sara Cacheda

Maltrato Psicológico y Abuso | Psicóloga Vigo

Hay formas de violencia que no dejan marcas visibles. Historias que no empiezan con un golpe, sino con un comentario que te hace dudar de ti. Con una mirada que controla, con un “no fue para tanto”, con un “estás exagerando”. Historias en las que poco a poco dejas de reconocerte: te adaptas, te callas, justificas. Hasta que un día te das cuenta de que ya no sabes qué te gusta, qué piensas o qué sientes.

El maltrato y el abuso no siempre se ven desde fuera. A veces ocurren en relaciones aparentemente “normales”, en familias, en parejas, en trabajos o incluso en vínculos de amistad. No siempre hay gritos. A veces solo hay silencio, indiferencia, chantaje emocional o control sutil. Y ese tipo de violencia deja heridas invisibles, pero muy profundas: miedo, culpa, ansiedad, vergüenza, confusión.

Señales que pueden pasar desapercibidas

Hay señales que se normalizan sin darnos cuenta:

  • Revisar tu móvil “porque no tiene nada que esconder”.
  • Comentarios sobre tu ropa o tu cuerpo “por tu bien”.
  • Decisiones tomadas por ti “para ayudarte”.
  • Disculparte aunque no hiciste nada malo.
  • Sentir miedo a decir lo que piensas.
  • Dudar de tu propia memoria.

Poco a poco, la relación se convierte en un laberinto. Cada vez que intentas salir, aparece una mezcla de miedo, esperanza y culpa. “Si cambio, seguro mejora.” “En el fondo me quiere.” “Yo también tengo mi parte.”

Esa es una de las trampas más crueles del abuso: te convence de que exageras, de que el problema eres tú.

La confusión y la culpa

Después de una experiencia de maltrato, la cabeza se llena de preguntas:

  • “¿Por qué lo permití tanto tiempo?”
  • “¿Por qué sigo pensando en esa persona?”
  • “¿Y si todo fue culpa mía?”

No, no fue tu culpa.
Nadie elige que lo humillen, le controlen o le hagan sentir pequeño.
Lo que ocurre es que, poco a poco, te acostumbras al miedo y tu cuerpo aprende a sobrevivir en él.
Empiezas a moverte con cautela, a prever las reacciones, a cuidar al otro más que a ti.
Y ese estado constante de alerta deja huella: insomnio, sobresaltos, ansiedad, problemas digestivos, sensación de estar siempre “en guardia”.

La culpa que sientes no es real; es el reflejo de haber sido manipulada.
Y se disuelve cuando vuelves a escuchar tu propia voz.

Cuando nadie te cree

Una de las heridas más dolorosas del maltrato es no ser creída.
Escuchar “algo habrás hecho”, “las parejas discuten”, “seguro no era para tanto”.
Esa invalidación duele tanto como la violencia en sí.
Te lleva a encerrarte, a dudar de tus recuerdos, a aislarte más.

Por eso es tan importante encontrar un espacio donde no tengas que justificarte, donde puedas hablar sin miedo a ser juzgada ni a que relativicen tu historia.
Un espacio donde tus palabras valgan.
Donde el “te creo” sea el punto de partida.

Recuperar el poder

Salir del maltrato no es solo alejarte físicamente.
Es volver a ocupar tu espacio, a decidir sin miedo, a poner límites sin temblar.
Es aprender a decir “no” sin justificarte.
Es volver a habitar tu cuerpo, a disfrutar de lo cotidiano, a sentir calma sin culpa.

No es un proceso rápido ni lineal, pero cada paso importa: desde reconocer lo que pasó hasta atreverte a pedir ayuda.
No hay forma “correcta” de sanar; hay tiempos y ritmos personales.
Algunos días sentirás fuerza; otros, solo cansancio.
Ambos forman parte del camino.

Y un día, sin darte cuenta, te encontrarás respirando más profundo, sin miedo a ser quien eres.
Eso también es libertad.

Si estás en peligro o en duda

Si hay riesgo actual, tu seguridad es lo primero.
Puedes llamar al 112 en cualquier emergencia o al 016 (atención gratuita y confidencial para casos de violencia de género, no deja rastro en factura).
Y si no estás en peligro pero no sabes por dónde empezar, también está bien.
Hablar es el primer paso.

Un Lugar Seguro

Un espacio donde tu vulnerabilidad no solo es escuchada, sino entendida; donde tus vacíos y tu sufrimiento pueden encontrar un lugar para ser procesados, un lugar donde aprender a abrazar tus emociones.